sábado, 21 de mayo de 2011

Algeciras también debate


Poco después de las diez de la noche, el olor a pintura recién esparcida sobre los cartones indica que Algeciras también se suma a las protestas nacidas el 15 de mayo. Consignas en contra de políticos, el sistema y mensajes que invitan a la reflexión circundan la fuente mientras que un tapiz formado por cartones, cuidadosamente ensamblados con cinta adhesiva, cubre el suelo en la zona de la plaza donde menos molestias pueden causarse para hablar durante la noche: bajo la iglesia de Nuestra Señora de la Palma.

Unas cuantas personas cuelgan con pinzas de la ropa pancartas y carteles en unas cuerdas tendidas entre farolas. En total, medio centenar que decide hacer un pequeño descanso para comer y, en caso de acampar, volver a casa a por todo lo necesario. Sólo unos pocos quedan en la Plaza Alta. Alguien apunta en el último momento: ¡una escoba! Ante todo, civismo. En una mesa, una libreta recoge los correos electrónicos de los asistentes para mantener el contacto mientras que la radio anuncia a los pocos minutos la ratificación de la prohibición de las concentraciones

La medianoche se anuncia desde el reloj de la iglesia. Es el momento crucial. Algunos tratamos de atender con un oído a la radio y escuchar a la vez. Decepción por la poca información que dedican los boletines de medianoche a un momento de máximo interés informativo. El fútbol copa el mensaje a través de las ondas en las principales emisoras generalistas del país.

Comienza entonces un debate donde unas sesenta personas, sentadas en coro sobre el tapiz marrón comienzan a debatir, con un orden y respeto exquisito, propuestas. Pronto el debate emprende la deriva típica de toda charla no planificada. Pasa de lo global a lo local. Lo glocal, a fin de cuentas, es un término reconocido.
Foto: María E. Selva

Hay quien propone la tasa Tobin para los movimientos bursátiles para financiar el gasto social mientras que otros recuerdan también la posibilidad de imponer una tasa ecológica a las industrias de la comarca con el fin de regenerar el entorno de la Bahía. La petición del estudio epidemiológico no tarda en aparecer.

Otra propuesta muy interesante sale de un señor mayor que, inevitablemente, me recuerda a un artículo de opinión de meses atrás. Recuerda la necesidad de exigir a los políticos un albergue para transeúntes para acabar con imágenes como las del Llano Amarillo. Agrega la solicitud inmediata de cierre para el Centro de Internamiento de Extranjeros de La Piñera (CIE) y su reconversión en centro cívico para la siempre necesitada zona sur de la ciudad. 

Y el mensaje político también se cuela. Un señor arremete contra los partidos, recuerda la podedumbre del sistema y solicita, a su manera, listas abiertas. Una joven le ataja educadamente apelando a la jornada de reflexión. Mientras, la Policía, ni está ni se le espera.

Vuelve el debate global, el intento de arreglar el mundo cuando se desata el momento más emotivo de la noche. El relato de una joven que se identifica como madre soltera, con dos hijos, 39 años y sin trabajo y que cargada de dignidad no reclama ayudas, sino oportunidades. "Vamos a arreglar España, lo necesito", conmina. Otra joven, de origen extranjero, alega que las ayudas son mínimas y que es muy duro no poder dar de comer a sus hijos. La joven replica estar de acuerdo con las ayudas para las inmigrantes, pero que ella también reclama por sentirse necesitada. Lejos de entrar en una confrontación (que, reconocen, es lo que busca el sistema), ambas llegan pronto a la conclusión que el problema no es la inmigración ni las ayudas, sino la falta de oportunidades para ambas y zanjan las posibles dudas sobre discriminación que hayan podido quedar en el ambiente con un abrazo que levanta el aplauso de la asamblea

Se acuerda, finalmente, por consenso, someter hoy a votación la adhesión a las propuestas ya planteadas en Sol con el fin de ganar tiempo y añadir las de corte local que se puedan ir debatiendo. En ese momento, tras levantar la reunión, algunos encaminan sus pasos a los bares cercanos mientras que la Policía Local pasa de largo. Otros, preparan la noche. Algunos van a los bares y, para mi sorpresa, vuelven a la acampada. Algeciras, muchas veces considerada por propios y ajenos como la ciudad fantasma y conformista, también ha despertado de su letargo

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