Motivo de controversia en medio mundo, asunto de debate recurrente cada cierto tiempo, la eutanasia sigue siendo uno de los grandes tabúes de nuestro tiempo. En Suiza, sin embargo, el suicidio asistido es legal desde 1941.
Aunque el país arrastra graves problemas como una altísima tasa de suicidio entre los adolescentes, esta legislación ha permitido establecer todo un entramado en el que cientos de personas con enfermedades terminales, la mayoría del Reino Unido o Alemania (donde esta práctica está fuertemente penada), acaban con su vida a voluntad toda vez que la muerte no ha vencido aún físicamente, pero sí al espíritu.
El cantón de Zúrich acordó ayer en referéndum, con un 80% de apoyo, poder seguir con la práctica de la eutanasia. Así, se ha decidido en una consulta promovida por dos partidos de derecha cristianos, que también buscaba prohibir la muerte digna a cualquier residente de otro cantón.
Habitación para el "suicidio asistido" en Zúrich |
Asimismo, una segunda iniciativa popular, que pedía prohibir totalmente la asistencia al suicidio en todo Suiza, ha sido rechazada todavía con mayor contundencia: un 85% de los ciudadanos se ha pronunciado en contra.
Tanto la Unión Democrática Federal como el Partido Evangelista, dos formaciones minoritarias, no contaban ni con el apoyo del Gobierno ni con el de ninguno de los otros partidos políticos, según la crónica de Meritxell Mir para El Mundo.es.
Aún así, la nueva regulación para la asistencia al suicidio que se prepara en el país helvético hará que las dos entidades sin ánimo de lucro que promueven la muerte digna requieran de dos certificados médicos para valorar la situación el paciente.
La situación, cuando menos, lleva a pensar en las prácticas ideadas en la genial novela de Saramago Las intermitencias de la muerte, donde en una nación, como siempre imaginaria y sin nombre, tras el cambio de año, se descubre que la muerte se declara en huelga. Lectura más que recomendada.
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