martes, 7 de junio de 2011

Del 15-M al 19-J

Todo comenzó hace ahora casi un mes. Numerosas personas acamparon en plazas de toda España para demostrar su descontento con un sistema que les excluye y sólo reclama cada cuatro años para depositar el voto en las urnas. Familias, niños, desempleados, autónomos, ejecutivos, parados... sin distinción alguna, todos acabaron en plazas como Sol en Madrid para reclamar cambios estructructurales. Reclamar que otro mundo sí es posible. Islandia como motivación y el mundo árabe como inspiración.

Llegaron las elecciones y el mapa pasó del rojo al azul. El platillo de la balanza cambió de posición. Siguió el bipartidismo. No fue, sin embargo, un fracaso, puesto que el mensaje ya había calado entre gran parte de la sociedad, estuviera o no a pie de calle.  

Casi un mes después, tras dar la vuelta al mundo, el movimiento 15-M debate dentro de un círculo vicioso si levantar los campamentos. Esta misma noche Madrid, epicentro del movimiento, debatía esta cuestión tras jornadas en las que el sistema de votación arrojó el mismo resultado: permanencia. Pero no una permanencia acordada, más bien impostada. El propio sistema de votación elegido, basado en la unanimidad en la toma de decisiones, ha llevado a apartar del sistema a los propios acampados, a dividirlos. Entre los que se quieren quedar y los que optan por marcharse y continuar el trabajo sin tener ya una plaza como referente.

Actualización: Finalmente, Sol se levanta el domingo. Los acampados que quieran permanecer lo harán a título individual. 

Y, entre medias, datos como que Sol llegó a tener 42 comisiones para organizarse justo cuando reclamaba el fin de la burocracia. O insultos de algunos acampados hacia periodistas que han cubierto concentraciones como la de Granada. El poder parece aguardar mientras tanto una decadencia del movimiento por agotamiento.

Ahora, salvo momentos y medios puntuales, los medios españoles se ocupan ahora de otros asuntos como la crisis del pepino o la deuda de las comunidades autónomas. Era algo con lo que se contaba de antemano. Desgraciadamente, la actualidad actúa como una burbuja, como una curva que asciende para luego decaer. A veces lentamente, a veces abruptamente. 

El 19 de junio es la nueva cita para tomar las calles y elevar la voz. Reclamar que el sistema no nos deje al margen. Con o sin plazas, el espíritu debe seguir vivo.

Mientras tanto, una genial intervención de José Luis Sampedro.



2 comentarios:

  1. El problema de las asambleas es que todo el mundo se ha puesto a pedir perroflautadas imposibles en vez de pedir la dimisión del gobierno en funciones y el cambio en la ley electoral.

    La acampada hoy en dia no pinta nada y se desacredita cada dia que pasa. Veremos que tal esa del dia 19.

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  2. Ciertamente, las asambleas locales llegaron a pedir la luna. Ahora, con el nuevo periodo municipal a punto de comenzar o recién iniciado, las asambleas han desaprovechado una oportunidad de oro de solicitar cambios a escala local. A fin de cuentas es una de las que más preocupan al ciudadano, con propuestas reales y realistas del tipo eliminación de coches oficiales, tarjetas o teléfonos móviles innecesarios. Gastos suntuosos en protocolo que pueden ser derivados a atención social, comedores para indigentes, etcétera. Sería un comienzo. Los cambios, a veces, deben hacerse poco a poco.

    Los acampados deben tomar conciencia de que estar en la calle ya no soluciona apenas nada y sólo les desgasta. Cuatro horas de asamblea para decidir si levantar el campamento de Madrid recuerda demasiado a un farragoso Pleno en el Congreso de los Diputados. Justo el efecto contrario al buscado por los 'indignados'. El contacto puede mantenerse y a partir de ahí derivar en una petición legislativa popular para el cambio de la ley electoral.

    Saludos y gracias por tu comentario.

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