Tal día como hoy la energía nuclear, hasta aquel momento enarbolada por las grandes potencias como la solución económica y segura e incluso alternativa al petróleo, pasó de ser sueño de autosuficiencia energética a una pesadilla.
La madrugada del 26 de abril de 1986 algo falló en la central nuclear de Chernóbil. Aunque existen numerosas teorías sobre el origen del accidente, no son pocas las voces que apuntan a una violación sistemática de las medidas de seguridad en la prueba de carga a la que se sometió, de manera totalmente irresponsable, al reactor nuclear.
En Europa, la alerta por el accidente llegó días después. El ocultismo de la Unión Soviética, ya comenzando la lenta agonía que llevó a su descomposición apenas cinco años después, dificultó una gestión adecuada de la crisis.
Coches de choque abandonados en Pipryat |
Los datos siguen siendo escalofriantes: 150.000 km2 de superficie (como un tercio de España) distribuida entre Ucrania, Rusia y Bielorrusia, contaminadas. 7 millones de afectados y 165.000 víctimas mortales, según información de una de las compañías de seguros más grandes del mundo, SWISS RE.
El accidente nuclear de Fukushima, casi un cuarto de siglo después, hizo reavivar la psicosis y los movimientos de los países con plantas de generación eléctrica nuclear. Los expertos sostienen que se han cometido los mismos errores en la gestión de la crisis acrecentados por una ubicación inadecuada de la central, junto al mar y con capacidad para soportar terremotos de siete grados en la escala Richter cuando la catástrofe llegó a calificarse de grado nueve.
El resultado, en cualquier caso, es una tierra condenada a ser yerma de manera forzosa. Un área que no podrá ser habitada en cientos de años pese a que aún hoy, tanto en el entorno de Chernóbil como en Fukushima, viven personas que, por su avanzada edad, no temen al enemigo invisible.
El accidente nuclear de Fukushima, casi un cuarto de siglo después, hizo reavivar la psicosis y los movimientos de los países con plantas de generación eléctrica nuclear. Los expertos sostienen que se han cometido los mismos errores en la gestión de la crisis acrecentados por una ubicación inadecuada de la central, junto al mar y con capacidad para soportar terremotos de siete grados en la escala Richter cuando la catástrofe llegó a calificarse de grado nueve.
El resultado, en cualquier caso, es una tierra condenada a ser yerma de manera forzosa. Un área que no podrá ser habitada en cientos de años pese a que aún hoy, tanto en el entorno de Chernóbil como en Fukushima, viven personas que, por su avanzada edad, no temen al enemigo invisible.
Por último, una recomendación: http://www.elmundo.es/especiales/chernobil/debate/
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